En los últimos años, la modalidad de incineración ha cobrado fuerza en nuestro país como sustituto del entierro tradicional. ¿Es una cuestión de moda, de un cambio de estilo de vida que hace que uno se aleje de una parcela de enterramiento familiar, del coste de mantener dicha parcela de enterramiento o de crear una, o de la impresión de mayor limpieza que da la cremación, especialmente para ciertas enfermedades? No lo sé.
Sin embargo, es un hecho que en unos cincuenta años hemos pasado del 1 por ciento al 33 por ciento de cremaciones para las 550.000 muertes que se registran cada año en Francia, y la tendencia va más bien en aumento, según una encuesta realizada entre personas mayores de 60 años, de las que el 57 por ciento dice preferir la cremación al entierro para su funeral.
Sin embargo, si para las personas afectadas este modo de desaparición parece preferible, para las autoridades públicas que gestionan los cementerios no es así, ya que la incineración requiere infraestructuras mucho más importantes. En Francia hay 167 crematorios, de los que el 75% están gestionados por la delegación de servicio público, es decir, 1 crematorio por cada 407.000 habitantes, que utilizan hornos sofisticados que requieren un mantenimiento regular y la renovación de los equipos como en cualquier actividad industrial, que es en lo que se ha convertido la cremación.
Pero sobre todo, se ha constatado que es una actividad contaminante que produce en primer lugar CO2, que contribuye al calentamiento global, pero también monóxido de carbono, tóxicos, dioxinas, óxidos de azufre, ácidos, nitrógeno y sobre todo mercurio que proviene de las prótesis dentales. Desde el punto de vista sanitario y por los volúmenes considerados, no es dramático, pero Francia firmó un tratado internacional, el tratado Ospar, cuyo objetivo es proteger el medio ambiente marino y por el que nos comprometimos a tratar el mercurio procedente de nuestros crematorios;
Por lo tanto, es necesario... equipar nuestros crematorios con sofisticados sistemas de filtración de humos que cuestan dinero y ocupan espacio, pero cuando se tiene uno no se tiene el otro y viceversa, así que para el crematorio del Père Lachaise, el más importante de Francia con 5.700 cremaciones/año, pero también un lugar catalogado que incluye los jardines, fue necesario instalar la unidad de filtración en el sótano a un coste que se puede adivinar exorbitante.
A mediados de 2014, solo la mitad de los establecimientos afectados habían hecho un pedido. Solo quedaban 3 años para cumplir la normativa y solo hay 2 fabricantes en Europa para suministrar este tipo de equipos. Por lo tanto, nos vamos a encontrar en la misma situación que las limitaciones de seguridad que hemos impuesto a nuestros ascensores. Serán imposibles de respetar en el tiempo inicialmente previsto, 8 años, y probablemente habrá que pasar por una moratoria si no se quiere arriesgar... el cierre administrativo.
Por el dinero no hay problema ya que... es usted quien pagará en el coste de la cremación. Su coste oscila entre los 500.000 euros y los 2 millones de euros por obra, dependiendo de la importancia de la misma. El coste adicional de la incineración será del orden de 15 a 115 euros.
Es mucho dinero para proteger el medio ambiente marino del Atlántico Norte.